El sindrome del avestruz

Si me paro a pensar, durante toda mi vida he visto la dificultad y la polémica desde la pereza. Buuuufff, qué pereza. Todo lo que sea difícil y molesto se me cruza y me entran ganas de posponerlo. Como si en mi cabeza tuviera la capacidad de enterrarlo sobre capas y capas de nuevas oportunidades o experiencias. Es imposible porque sea lo que sea siempre acaba asomando la cabecita por ahí. Todos somos iguales, intentamos postergar esa conversación difícil con nuestro socio, ese momento incómodo con nuestra pareja o ese momento desagradable con nuestro amigo.

Tenemos lo que yo llamo el síndrome del avestruz, que esconde la cabeza en un hueco, bajo tierra y continua con su vida. Esconder la cabeza no hará que el problema desaparezca, pero al menos no lo veremos y no haremos eso que nos cuesta tanto que es AFRONTARLO. Envidio muchísimo a esa gente que es capaz de resolverlo y no esconder la cabeza, luchar contra esa incomodidad me parece heroico, valiente e incluso sexy.

Hace poco me he dado cuenta que he estado perdiendo el tiempo. Lo más sabio es afrontar ese problema, y eso es lo que hizo Pedro García Aguado en su vida. De deportista olímpico al pozo de las adicciones. Con Pedro charlamos de la vida, del deporte de las adicciones y de la TV con HERMANO MAYOR.